Romeo, desterrado de Verona, lloraba cada noche bajo las estrellas de Mantua. ¿Que estaría haciendo ahora su amada? ¿Pensaría en él como pensaba él en ella?
La dudas le corrompían, los celos de quienes podían estar cerca de ella le mataban, la distancia aniquilaba sus sentidos. Solo bebía y dormía, sin importarle nada más.
Un día, mientras dormía, sintió una mano acariciandolé la cara. Al abrir los ojos vio a una mujer morena, llevaba el cabello suelto, solo le llegaba hasta los hombros, ojos verdes y labios carnosos.
- ¿Se encuentra bien?
No, no se encontraba bien, y no sabía quien era esa desconocida que perturbaba su soledad.
- Ven, te llevaré a un sitio...
Romeo se dejó llevar, sin pensarlo mucho, hasta que se sentó en una silla de un bar de esos que llaman de mala reputación. Entonces se fijó mejor en la chica que lo había llevado hasta ahí: aparte de llevar el pelo suelto y corto, no iba maquillada, y su ropa le cubría casi todo su cuerpo.
-¿Eres una...?Por qué no estoy interesado en...
-¿Puta?No, solo es que el local es de mi padre.
- ¿De tu padre?¿Tiene una casa de estas?
-Si, la abrió al morir mi madre. Tenía que sacarme adelante y esto es un negocio muy próspero...
Mientras hablaban Romeo oía a borrachos soltar obscenidades y a chicas con amplio escote sentadas sobre ellos.
-¿Y te has criado aquí?
-Si. Así pude aprender lo que no quería ser.
-¿Y que quieres ser?
-No lo sé-Simplemente feliz, pero no es tan fácil de lograrlo ¿eh? Creo que tú lo sabes bien.
-Sí...cuando encuentras algo por lo que vivir, algo te lo quita también...y se acaba la vida...
-No tiene porqué. También vuelve a empezar.
La chica, Vittoria, no le dejó beber en toda la noche, y le hizo hablar de todo para que no callera inconsciente. Pero no le habló de Julieta, no sabía porqué.
Sin darse cuenta se encontró en el cuarto de la chica, haciendo el amor con ella. Sus pechos eran grandes y jugosos, su boca, era como una rosa, y su piel blanca como el marfil. Romeo le había hecho el amor a muchas mujeres pero por primera vez se sintió compensado por su esfuerzo. Fué lo primero que pensó nada más despertar, y eso le molestó severamente.
Sin embargo, no salió de la cama de ella durante días, haciendo el amor, comiendo y durmiendo. Por primera vez no sentía un pesar en el alma, pero tampoco quería mostrarse demasiado cariñoso con ella.
De esta forma no pudo enterarse de la carta que el fraile le envió diciendolé el plan secreto de la falsa muerte de Julieta. No se enteró que ella despertó, y tuvo que casarse con Paris. Eso lo descubrió unos años después.
Cuando pudo volver a Verona, Vittoria pensó que era un sitio ideal para criar a sus hijos, y se trasladaron allí, aunque por primera vez en años sintió que su alma volvía a revolverse al pensar que su verdadera mujer vivía allí.
Vittoria sabía de esto, y le dijo que la verdadera mujer era la que uno quería. Y eligió quererla a ella, porque no se puede vivir esperando toda la vida lo que puede que nunca llegue. Además, quería y veneraba a Vittoria tanto como lo hizo con Julieta, y así aprendió que la frase que le dijo cuando se conocieron era cierta. Cuando algo se acaba, otra cosa puede comenzar. Que el amor no es para toda la vida, que había que creer en el amor y en la vida. Y así lo hizo hasta el día en que murió, al lado de Vittoria y sus hijos, aunque, en ese momento, recordó su último y único encuentro con Julieta trás volver a Verona...
"Él la vio primero, pero su corazón no se alteró puesto que ya contaba con ello. Cuando ella lo vió, casi perdió el conocimiento. Los años habían echo mella en sus cuerpos, pero no en sus almas. Ella se le acercó bajo la atenta mirada de su marido.
- Romeo...
- ¿Eres feliz?
- ¿Qué?
-¿Eres feliz?
Julieta miró a Paris y asintió con la cabeza.
- Yo también lo soy, pero sobre todo cada vez que pienso en ti. Fuiste lo mas dulce y romantico que me pasó en la vida. Pero me alegro que solo fuera eso.
Julieta asintió de nuevo y se alejó de él. Romeo pensó que era la mujer más bonita que había visto nunca. Pero no la que más había amado..."
-FIN-